Los juglares.

Así se llamaban los poetas ambulantes y viajeros que se presentaban con su espectáculo en las plazas públicas de cada pueblo que visitaban.

Allí cantaban, tocaban instrumentos, actuaban y recitaban versos, canciones e historias que habían aprendido en sus viajes y recorridos.



Los juglares interpretaban obras de su autoría, pero lo mismo hacían sus propias versiones a gusto de otras obras anónimas o ejecutaban fielmente obras de trovadores. También hacían chistes, magia y acrobacias.

Su función era la del entretenimiento y por eso fueron los poetas populares y colectivos por excelencia, a diferencia de los trovadores, poetas de cortes feudales; y de los clérigos (hoy serían los cultos o intelectuales) que escribían sobre temas religiosos, doctos y clásicos.